2010/03/19

Cuando se te vuelca el abismo

Hay una condición que padezco, sufro, agradezco... vivo, y no sé si tiene nombre. Soy extra sensible, o sensitiva, o algo así: cuando algo es más intenso o doloroso para ti que para otros, y lo haces insensible a tus propios ojos para que no te llegue... tanto.

Por ello no escribo tanto como quisiera. Al menos yo, no he aprendido a llevar sensaciones a palabras, y el problema es que me hace falta. Desahogar. A todo el mundo, aunque nadie lo vea.

Creo que además escribo de una forma que sólo, y como mucho, el 3% de la gente puede entender, o identificarse con. Y con rara frecuencia quisiera hacer conexión con ese mundo del que tanto procuro alejarme.

He pasado estos últimos días inundada de esas sensaciones necesarias de expresar, pero que no hallo como. No me encuentro, no me concentro. Los ojos se me inundan de conmoción leyendo aquí y allá lo que pasa en este mundo, eso que se repite como un fractal de esquina a esquina. Copias al carbón de lo amado y lo odiado. Y un nudo hecho garganta.

He pasado los días como con las manos envueltas en seda, mi cuerpo queriendo salirse de mi, la mente fugada, la vista borrosa que persigue imágenes de alma o corazón (¿o son lo mismo?).

Nadie atenderá este post, y pronto se volverá apenas rastro desvanecido de un simple instante... pero es que necesitaba hacer esto.
Share this Post Share to Facebook Share to Twitter Email This Pin This Share on Google Plus Share on Tumblr